Las capas de la Misericordia

Hace algún tiempo que mi amigo Paco me invitó a un retiro espiritual que dirige en Mérida un sacerdote que viene expresamente de Badajoz …… para tutelar la oración de unos pocos fieles que nos reunimos entorno a él, con el único fin de nutrir nuestras vidas de la mejor medicina para el alma que no es sino regar con Fe el interior de cada vida dándonos calma y sosiego a la vez que enriquece nuestra esperanza.

Me encantan sus ejemplos tan sencillos y cotidianos como el del niño que se resignaba a recibir la ceniza aún a riesgo de quemarse, es la manera de forjar un espíritu fuerte ante la adversidad de lo desconocido y del miedo que sentía un pequeño que permanecía, con estupor, en la fila de la misa de un miércoles de ceniza. Él quería hacer lo mismo que los demás y resignado permanecía avanzando hacia el cura a pesar de que la ceniza pudiera quemarle en la piel, silencioso e inocente confiaba en soportar aquello con la esperanza de que aquello era bueno para él y para Dios pese a las terribles consecuencias de aquello que afrontaba como un sacrificio importante.

De esta anécdota se pueden sacar innumerables matices y enseñanzas que a mí, personalmente, me han llevado a retrotraerme a los momentos en los que he sentido un aterrante miedo y hasta un infinito dolor frente a algunos episodios como experimentar la presencia de la muerte o la pérdida de quien amas.

Después nos habló de la misericordia y de que Dios nunca nos deja solos y nos enunciaba las “infinitas capas de la misericordia” así tal cual lo dejó caer y Paco, en bajito como si tal cosa me desafiaba con este reto y me decía ” mira hay lo tienes, esta es tu próxima entrada LAS CAPAS DE LA MISERICORDIA. Desde ese momento no he parado de darle vueltas y sentía la necesidad de escribirlo a sabiendas de que no seré capaz de hacerlo a la altura de lo que esto merece pero al menos lo voy a intentar con humildad.

Misericordia

Quizás la primera capa pudiera ser un asidero que a la vez nos sirviera como Un Puente entre lo Divino y lo Humano

Así la misericordia, un atributo celestial que trasciende los límites del tiempo y el espacio y que a priori se plantea como algo inalcanzable pero se manifiesta tanto en la esfera divina como en la humana. Al examinar algunos ejemplos de cómo se expresa la misericordia de Dios en contraste con la misericordia humana, podemos comprender mucho mejor su importancia y su impacto en el mundo.

La misericordia de Dios se ilustra en numerosos relatos religiosos y espirituales, donde se muestra su capacidad para perdonar incluso los pecados más graves. Ejemplos como el perdón prodigado a pecadores arrepentidos en la parábola del hijo pródigo o la compasión mostrada hacia la mujer adúltera resaltan la infinita bondad divina. En contraste, la misericordia humana a menudo está condicionada por emociones, sentimientos, experiencias y juicios personales con el filtro del Yo. Sin embargo, los actos de compasión, perdón y generosidad humana reflejan los destellos de la misericordia divina en el mundo terrenal.

El mundo contemporáneo, marcado por tantos conflictos, desigualdades y divisiones sociales, políticas, religiosas y/o económicas, necesita desesperadamente una pedagogía de la misericordia entre los seres humanos. Proponernos la práctica de la misericordia implica cultivar la empatía, la compasión y el perdón en las interacciones cotidianas y como nos decía el sacerdote con otro ilustrador ejemplo con la violencia que vertemos ante un hecho tan cotidiano como conducir un vehículo. Al intentarlo no solo se fomenta la cohesión social y la paz, sino que también se refleja el amor divino en la tierra. Francamente es algo muy necesario no solo para mejorar nuestra calidad de vida sino para reconciliar la convivencia. Quizás sea esta otra de las capas más epicéntricas pero viene al hilo y no he podido dejarlo pasar ahora ya que la misericordia nos sirve como un puente entre lo divino y lo humano, recordándonos nuestra conexión inherente con el amor y la compasión universales. Al abrazar y practicar la misericordia en nuestras vidas, podemos contribuir a la creación de un mundo más compasivo y solidario, reflejando así la esencia misma de la misericordia divina, algo que seguiré tratando en otra de sus múltiples capas y que vosotros mismos vais a descubrir mucho mejor que yo, no soy ninguna autoridad para descubrir nada nuevo bajo el sol de nuestras existencias.

Quizás la capa que más me gusta explorar es la de la intimidad sobre la relación conviviente entre la Misericordia y la Piedad: Virtudes Divinas y Humanas

En el maravilloso tejido de la moralidad humana y la espiritualidad divina, se entretejen dos virtudes fundamentales: la misericordia y la piedad. Estas cualidades, aunque a menudo se entrelazan en nuestra comprensión cotidiana, poseen matices y distinciones que vale la pena explorar.

La misericordia, en su esencia, se manifiesta como un acto compasivo de alivio ante el sufrimiento ajeno. Es la mano extendida hacia el necesitado, el corazón que late con empatía ante el dolor del otro. En contraste, la piedad se erige como una devoción reverente hacia lo sagrado, una conexión profunda con lo divino que se expresa a través de la adoración y la entrega espiritual.

¿Cómo se reflejan estas virtudes en la divinidad y en la humanidad?

Creo que sería bueno partir de las distintas definiciones ofrecidas por diversos autores a lo largo del tiempo. Según algunos, la misericordia divina se muestra como un acto de amor incondicional, un perdón que trasciende nuestras faltas. Por otro lado, la piedad divina se representa como una reverencia suprema hacia la divinidad, es una devoción que guía nuestras acciones y pensamientos.

En el contexto humano, estas virtudes adquieren formas muy diversas, influenciadas por la cultura, la religión y la ética personal. Algunos filósofos definen la misericordia humana como un acto de compasión activa, mientras que la piedad se concibe como una reverencia hacia valores morales o religiosos. Sin embargo, creo muy importante destacar que, a pesar de las diferencias en su manifestación, ambas virtudes comparten un objetivo común: fomentar la conexión y el cuidado hacia los demás.

En última instancia, al reflexionar sobre la misericordia y la piedad, nos encontramos con un llamamiento educativo a la acción, tanto en lo divino como en lo humano. Faltan contenidos y ejemplos en nuestro sistema educativo que nos desafíen a ser compasivos y respetuosos, a tender la mano al necesitado y a honrar lo sagrado en nuestras vidas. En esta intersección entre lo divino y lo humano, encontramos una oportunidad para crecer, para cultivar un mundo donde la compasión y la devoción sean pilares de nuestra existencia. Es lo que llevamos reclamando desde hace algún tiempo, una nueva educación, orientada hacia los valores que pueden mejorar la convivencia integral en el mundo. Esta capa pasa por no achicarnos al proponer temas curriculares donde no solo los héroes sean misericordiosos sino las personas reales que practican la misericordia para la igualdad y para la integración.

En base a todo lo anterior quiero plantear: La Urgencia de la Pedagogía de la Misericordia:
La capa de la Compasión Universal

En un mundo marcado por la división, el conflicto y la desigualdad, la necesidad de cultivar y practicar la misericordia entre los seres humanos es más apremiante que nunca. La pedagogía de la misericordia no solo implica enseñar los principios de la compasión y el perdón, sino también vivirlos activamente en nuestras vidas cotidianas como un reflejo de la misericordia divina.

La misericordia, entendida como un acto de amor incondicional y compasión hacia los demás, es un atributo central en muchas tradiciones espirituales y religiosas. La misericordia divina se manifiesta en la capacidad de perdonar, sanar y amar sin límites. En contraste, la misericordia humana a menudo está limitada por juicios, prejuicios y egoísmo. Sin embargo, al practicar la misericordia, podemos acercarnos a la manifestación terrenal de la divina.

La pedagogía de la misericordia implica educar a las generaciones presentes y futuras sobre la importancia de la compasión, el perdón y la empatía. Esto se logra no solo a través de la enseñanza de principios morales, sino también mediante el ejemplo personal y la práctica activa de la misma. Quizás el deporte sea el mejor refugio para poner en práctica estos ejemplos pues en la antípoda tenemos como van cobrando protagonismo adverso ciertas manifestaciones como el racismo, el abuso de poder etc.. que nos pueden servir de juicio crítico y referencial para nuestros jóvenes, nuestros deportistas y para el público que no dejan de ser un espejo de nuestra sociedad.

El núcleo de esta entrada es poner la lupa sobre la capa más importante y de la que podemos más podemos aprevder:

La Misericordia como el mejor acto de AMOR INCONDICIONAL.

En las diversas tradiciones religiosas del mundo, la misericordia de Dios se presenta como un testimonio de amor incondicional y compasión infinita hacia la humanidad. A través de relatos sagrados y enseñanzas espirituales, se revelan ejemplos conmovedores de cómo la misericordia divina se manifiesta en la vida de las personas.

Uno de los ejemplos más poderosos de la misericordia de Dios se encuentra en la historia del profeta Jonás en el Antiguo Testamento. A pesar de la desobediencia y la rebeldía de Jonás, Dios le muestra compasión al perdonar a la ciudad de Nínive después de que sus habitantes se arrepienten de sus malos caminos. Este acto de perdón ilustra la infinita paciencia y amor de Dios hacia sus hijos, incluso cuando fallan.

Otro ejemplo conmovedor de la misericordia divina se encuentra en la historia de Job. A pesar de las pruebas y tribulaciones que enfrenta, Job mantiene su fe en Dios. En respuesta, Dios restaura la salud y la prosperidad de Job, demostrando su compasión y fidelidad hacia aquellos que confían en Él incluso en los momentos más oscuros.

Además, la figura de Jesucristo en el Nuevo Testamento es el epítome del amor y la misericordia divina. A través de sus enseñanzas, sanaciones y sacrificio en la cruz, Jesús muestra la profunda compasión de Dios hacia la humanidad pecadora. Su mensaje de perdón y redención sigue siendo una fuente de esperanza y consuelo para millones de personas en todo el mundo.

Puede decirse que los ejemplos de la misericordia de Dios en las escrituras sagradas nos recuerdan la infinita bondad y compasión divina hacia todos sus hijos. A través de estos relatos, encontramos consuelo y aliento para enfrentar los desafíos de la vida con fe y confianza en el amor eterno.

Estoy muy agradecido a estos retiros y a Paco por introducirme en ellos para recuperar la confianza en uno mismo para saber esperar en la fila de la vida como esperaba aquel niño en la fila de la ceniza, con fe y suplicando la misericordia de las infinitas capas del amor De Dios para acortar el día a día de nuestras vidas.

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