Hay personas que ejercen un maravilloso efecto sobre los demás. Algunos por su valentía fueron capaces de montarse en un cascarón y cruzar océanos para descubrir otros mundos. También son héroes quienes rompen la “monotonía” del día a día y buscan otras aventuras más pequeñas, pero no menos importantes, para resolver el futuro de nuestras vidas.

Así las cosas, hay que valorar la existencia de algunos hombres y mujeres que son la pieza especial de un puzzle que a muchos les resulta un irresoluble jeroglífico.

Saber descubrir a las “Personas Medicina” no es fácil, es un gran mérito llegar al fondo del espíritu humano, como a la conciencia. Este enigma puede resultar imposible pero en algunas ocasiones existe una misteriosa casualidad que pone en contacto dos polos muy dispares. Entonces la edad, la formación, los modelos de vida como las razas o credos no son barreras, tampoco las ideologías pueden repeler ese especial magnetismo por descubrir a otra personas.

Como en todo lo verdaderamente importante, existe un componente mágico fuera de toda lógica. Muy al margen de toda racionalidad toma su curso, con autonomía, una extraña reacción química. Es como un “catalizador” inmaterial que se adueña de esta situación y regula la intervención de los actores para saber hasta donde se puede sorprender con lo que uno atesora en los secretos de vivir. Entonces, sin espantar al otro, se puede hablar con sinceridad y el propio argumento de nuestras vidas nos proporciona a cada cual, maravillosas vivencias tan genuinas como apasionantes. Y de la intensidad con que las vivimos, como de nuestra capacidad de adaptarnos a los cambios producidos, se desprenden infinitos recursos y señales inequívocas de lo que realmente hemos venido a resolver en nuestros caminos. Muchas veces depende de ésto que puedas tener otra oportunidad para reparar los daños causados, sin pasar por el purgatorio de las almas.

No es fácil comprender ni explicar lo que intento, es más, sí lo hiciera con todas las palabras que siento, hasta yo mismo me consideraría un loco.

Pero volvamos al principio de todo esto, donde contaba lo especial de algunas personas y como el señor del mundo, cruza los cables para hacer chispas que hacen luz y fuego para encender universos no tan lejanos.

Decía que hay quienes se montaban en cascarones para emprender rutas pero también hay quien es capaz de dominar el firmamento. Todo en la vida es importante y tiene su valor en la siguiente casilla de este complejo juego. ¡Que nadie llegue a pensar que puede cruzar este inconmensurable océano de los hombres sin un Dios!

Cada tarde emerge un vuelo hacia sus brazos, remontando la furia que causamos entre nosotros. Como un pródigo que sólo algunos alcanzan a descifrar antes del último viaje. Hay quienes buscan eternamente esas huellas, y también hay quienes las encuentran como un inesperado regalo donde ella puede quedar soterrada por el ánimo,  mientras la angustia cede al pulso de la ausencia: “solo el amor vence a la muerte”.

Esta infinita arquitectura de lo divino y lo humano da para mucho y no es mi intención sentar cátedra sobre la verdad de existir. Es algo que se me escapa y me empujaría con mis sentimientos hacia la mediocridad. Pero tampoco quiero huir de mis creencias, ni del valor de lo que me han enseñado pues me ha servido para “sobrevivir”.

Avanza la noche y vendrá un nuevo amanecer como alfombra del destino donde se impone nuestra verdadera personalidad. Hasta el punto de que será esta elección la que marque nuestra forma de ser. Se podría decir que hay dos tipos de personas, según donde van y como el destino les lleva a un sitio programado y por otro lado están las que contra lo que les tenga predeterminado el destino, son capaces de cruzar tempestuosos océanos para descubrir nuevos mundos, nuevas vidas y nuevos caminos hacia la verdad. Emprendedores del destino que aprenden de todo esto a lo que nos invita el señor del universo, incluso a desafiarlo.
Todo se resume en que quien no conoce el amor no ha vivido realmente y que quien ama no muere nunca pues permanece el en el recuerdo de la siguiente generación.