Cuando pensé en escribir unas líneas sobre algo tan cotidiano y “normal” como es la Familia, no era plenamente consciente del calado del asunto en cuestión y la cantidad de enfoques que se puede dar a un tema con tantas aristas y de tanta profundidad.

Si alguien me formulara alguna vez la pregunta sobre de qué me siento yo más orgulloso y satisfecho en mi vida, no vacilaría un segundo para decir que sin duda de mi familia; es la faceta de la vida que considero más IMPORTANTE. Además, estoy convencido que el número de familias felices es muchísimo mayor que el de desgraciadas.

Independientemente de mi experiencia personal, ya que cada uno cuenta la vida tal como le va, hay que decir que la familia constituye uno de los procesos sociales que más de cerca atañe a las personas. Es el ADN que confirma lo que somos en relación a nuestro contexto más íntimo, la “huella vital” de nuestro paso por el mundo.

POTENCIALIDAD DE CAMBIOS SOCIALES

Sobre los problemas y conflictos familiares se ha hablado y escuchado hablar como una consecuencia natural del cambio de nuestras sociedades.

La familia puede potenciar el cambio social si en ella se rompe con las brechas generacionales, las discriminaciones sociales basadas en el racismo, el machismom, etc. La familia es el caldo de cultivo de nuestro desarrollo y, con él, de nuestra personalidad. Es una correa de transmisión que se “empapa” de la vida y de un contrato universal con los demás (la sociedad).

EL NUEVO ROL SOCIAL DE LA MUJER: DETONANTE DE GRANDES CAMBIOS

A mi juicio, uno de los factores que ha potenciado los cambios dentro de la familia ha sido la incorporación de la mujer al mundo laboral. Algo que resulta obvio es bueno que nos detengamos a pensarlo.

En las últimas décadas, en las democracias occidentales se ha sacado a las mujeres de su histórica reclusión en su tradicional ámbito doméstico, al tiempo que se ha estimulado su participación en la esfera laboral y productiva, alterando los destinos y posiciones sociales asignados tradicionalmente a cada uno de los sexos. Estos cambios, cuyos efectos no han dejado de notarse de forma creciente, se ven traducidos en el evolucionante modelo de familia.

Existen otros factores añadidos a este cambio de rol. El progresivo incremento de la formación en las mujeres es sin duda determinante en su creciente posición laboral, y con ello tanto la independencia económica como el grado de autonomía, parámetros que influyen directamente en las decisiones personales de cara a la propia realización.

Sin embargo, un análisis más exhaustivo de las variaciones de esos cambios y sus efectos, nos muestra que el balance no es tan optimista como pudiera parecer, y nos permite divisar algunas claves para hacer avanzar las practicas socializadoras de los sujetos hacia una plena igualdad en la que posibilite la conciliación entre la vida familiar y laboral, conciliación a la que como es evidente no deben acceder sólo las mujeres. Esto que dicho así suena muy bien, ha mostrado avances significativos en España, pero comparando con otros países queda mucho camino.

LOS CAMBIOS SOCIALES MODIFICAN LOS MODELO DE RELACIÓN

La implantación de los principios de libertad e igualdad en las sociedades modernas necesariamente comporta nuevas relaciones y vínculos en la pareja. Así como la existencia del divorcio implica el reconocimiento legal de los conflictos que puedan darse en el interior de la pareja, estos cambios en las relaciones y en las instituciones apuntan a la decadencia de un modelo autoritario y se manifiesta en el proceso de individualización.

LA CRISIS DE VALORES TAMBIÉN AFECTA A LA FAMILIA

Por otro lado, el discurso sobre la familia, puede asimilarse a un discurso sobre la crisis que debilita y/o “enferma” los pilares de los valores sociales. En la actualidad asistimos a una crisis de “valores” que puede tener sus orígenes en la crisis económica y viceversa. Esto se escenifica aún más en que la célula que caracteriza la sociedad, la familia, se contagia desde dentro por múltiples causas hasta llegar a todos sus miembros.

Hay quienes culpan de esta situación al supuesto “debilitamiento” en la autoridad paterna que se refugia en la falta de obediencia de los hijos. Esto implica otros ámbitos, desde lo religioso a lo político, según los casos.

Pero ya no se trata de intervenir en nombre de un discurso puramente moral, sino que ahora volvemos a combatir la pobreza y el paro que son la gran fuente de desuniones familiares, más que ninguna otra “tendencia” o círculo de filiación.

NUEVOS MODELOS DE FAMILIA

Los cambios y la evolución humana nos sitúan en escenarios muy diferentes. En los últimos años, el cambio y la diversidad en la configuración familiar se han vuelto temas cotidianos en materia social y en la discusión de políticas sociales, suscitando inquietudes acerca del impacto que pueden tener estas tendencias sobre el bienestar y el desarrollo de los niños, así como el coste económico y social de las rupturas familiares.

El tipo de familia que ha crecido más rápidamente en la última década es la “familia ensamblada”; resultado de la combinación del aumento persistente de la ruptura de parejas, la formación de parejas posteriores, y del establecimiento de nuevos núcleos familiares en los que los ambos cónyuges aportan a sus propios hijos a la nueva familia. Según cálculos recientes, se estima que un niño de cada 8 vivirá en una situación de familia ensamblada en algún momento de sus primeros 16 años de vida. Es un marco diferente a lo que venía siendo habitual y algo a tener presente en los presente en los nuevos modelos de familia.

POLÍTICAS SOCIALES DE APOYO A LAS FAMILIAS

Creo que no basta con garantizar el apoyo económico que a veces, y no me equivoco, no llega a todos. Es imprescindible abrir puentes y canales de comunicación que permitan conocer la problemática de aquellos que no han tenido la suerte de cara en el tema familiar.

Es necesario apoyar a las familias con bonificaciones fiscales, con ayuda al acceso a la vivienda, etc., hay que dar un paso al frente y considerarla objetivo UNO e independiente. Las políticas sociales y económicas deben dotar presupuestos para “planes” especiales de familia con nuevos horizontes.

LA FAMILIA EN LA SOCIEDAD ACTUAL

A lo largo del tiempo la familia aparece como una construcción ideológica, una ausencia total de variedad de modelos de familia donde hoy por hoy no es lo mismo una familia en oriente que en occidente. La tecnología avanza más rápido que las formas sociales y por tanto más rápidas que las familias

El lazo político que asocia la familia al estado es UNIVERSAL, ofreciendo quizás la única definición de familia que resiste a la diversidad de estructuras y sistemas. Una sociedad puramente contractual no puede existir y es necesario que la familia, bajo la forma que sea, contribuya al funcionamiento del sistema social. La identidad como sociedad se forma por la suma de identidades y que lo importante es el papel de la familia en ese proceso.

El ciclo de la vida familiar se va extendiendo como una cadena desde el entorno de tus padres hasta que uno se establece sólo, en pareja y/o con sus propios hijos, formando una nueva familia. Se da la circunstancia cada vez se crea un menor número de familias pero con hijos mejor cuidados, atendidos y educados. La raíz de este problema es la propia evolución de la sociedad, tecnológicamente muy avanzada, con una alta “calidad de vida”, con hijos más independientes y una pirámide poblacional envejecida.

MI FAMILIA

Cuando miro atrás en mi historia, no puedo sino dar las gracias a mi familia. Tenemos a lo largo de nuestra historia, momentos buenos y no tan buenos, como todos. Y no puedo imaginar que hubiera sido de mí, sin el apoyo incondicional de los míos. No tenía miedo porque al final del camino siempre iban a estar a mi lado. No me concibo a mí mismo y soy lo que soy, gracias en gran parte a todos ellos.