Sólo el Amor Vence a la Muerte

Al hablar de la existencia del hombre en el universo, es imposible no referirnos a nuestro cuerpo como una realidad material e individual de nuestro YO. También es verdad que en mi caso particular siempre he creído que existe una conexión inmaterial de la vida. Es algo que puede tener argumentos que provienen de la biología pero que a mí me parecen sobrenaturales y que delatan razonamientos mágicos mucho más cercanos a Dios y a la Fe que a los humanos.

Algunos podéis pensar que existe un acontecimiento traumático que me hace hablar de mis padres y no os falta razón. Es precisamente ese sentimiento de ausencia el que me ha empujado a preguntarme muchas cosas que pretendo compartir hoy. También me he preguntado si ahora que Lourdes tampoco está, podremos comunicarnos con ellos.

ConexiónA esto le vengo dando vueltas como a esa frase de mi amigo Alfredo: “Sólo el Amor Vence a la Muerte“. De alguna manera hay una conexión material con la vida y con nuestra madre, a través del cordón umbilical, que se corta suponiendo un paso indiscutible en nuestra autonomía personal. Pero todos sabemos que la coexistencia de dos seres vivos en un mismo cuerpo, nos hace establecer una conexión tan intima que transciende a lo material; es algo inmaterial como dice mi amigo Alfredo. Pero, ¿puede haber una base científica que sirva de argumento tangible para este vínculo?

Bebé ÚteroParalelamente a todo esto he podido comprobar cómo en distintas partes del MUNDO, y en varias lenguas, cuando nos sucede algo incomprensible, ante una situación de riesgo extremo, de debilidad, de peligro de muerte, o emociones “potentes” exclamamos: ¡Madre Mía!… Ya sin ese nexo de unión física, recurrimos a ellas de forma inconsciente.

Pero también hay una vuelta más en tanto en cuanto a la forma en que una madre adivina y siente nuestro dolor, nuestros sentimientos, y hasta enfermedades, pasando por nuestros gustos y nuestro estado de ánimo. Una madre sabe si estás cansado, si tienes sueño o hambre y su poder de potenciar nuestra autoestima viene desde nuestra infancia. Así, si te caías y te dabas un golpe, rozón, herida o sólo una mancha y hasta para asentarte el pelo… El infalible remedio: un poco de saliva milagrosa y a seguir jugando; pero si alguien osara escupirte era motivo de muerte para ese amigo por el asco que nos daba.

No se trata de justificar ni confesar lo que todos queremos a nuestros padres, ni tampoco de responder eso que nos preguntaban: ¿a quién quieres más? ¿a tu padre o a tu madre?
Visto con cierta perspectiva, todo esto tiene mucho fondo. Compartir un cuerpo, sus fluidos, su espacio entre los diferentes órganos y hasta la sangre… un mismo ritmo acompasado en un reloj inconfundible que marca el pulso de la vida como un tambor ancestral. Quizás por eso cuando una madre arrulla a su bebé junto a su pecho, este se calma al escuchar los latidos del corazón y la música de su interior.

Madre BebéHasta aquí basta con observar y pensar, pero la mejor reflexión para comprender lo que intento explicar viene del análisis científico y de los avances en recientes estudios e investigaciones que van arrojando cierta Luz, pero que a la vez reflejan la complejidad de nuestra naturaleza, como de esa mágica relación en la transmisión de la vida con que empezaba este texto.

Se hace necesario hablar de la gestación como un determinante y maravilloso momento que marca la simbiosis entre dos vidas. Nueve mágicos meses incomparables con ningún otro momento de la vida de un humano. Aquí es donde sucede el complejo y desconocido proceso que sirve se cimiento a todas mis preguntas y vivencias. Es el MICROQUIMERISMO, un fenómeno de la naturaleza que permite un intercambio de células entre el feto y la madre a través de la placenta y se incorporan en los torrentes sanguíneos de ambos.

MicroquimerismoLos estudios van desvelando los efectos regeneradores de estas células. Los primeros datos provienen de una madre con cardiopatía de la que, tras el parto, se podía comprobar cómo analizando su corazón contenía células regeneradoras que portaban el cromosoma Y, exclusivo del varón proveniente de su embarazo previo de un niño. Sucesos similares se han documentado en otras madres con órganos afectados como el hígado, el riñón e incluso el cerebro. Estos beneficios son mutuos pues se ha podido constatar como células de la madre han ayudado a reparar tejidos en niños diabéticos.

Por lo mismo hay quien piensa que también podrían ser la causa de que algunos organismos no reconocieran estas células por ser “extrañas” y podrían ser la causa de algunas enfermedades raras de tipo inmunológico.

InmunologiaAntes de terminar quiero detenerme en la denominación científica del término MICROQUIMERISMO que nos retrotrae a la mitología griega donde existió un animal cuyo cuerpo combinaba partes de diferentes especies y que adoptó el nombre de quimera.

Hoy sé que nuestras madres se quedan aquí en nosotros y también reconozco el dolor del viaje más largo; de forma que, al partir ellas, se llevan parte de nosotros como si en su espíritu se fuera parte de nuestra alma. Volvemos a esa simbiosis del origen de la vida que ahora se funde con la muerte y con ese “cordón inmaterial” que es el amor y que mi amigo Alfredo asegura que es la única fuerza que vence a la muerte.

Cordón Inmaterial (Wojciech Magierski)Ahora podéis comprender por qué yo le decía a Lourdes que aún está aquí, que no se ha marchado y que vive con nosotros en nuestros sobrinos; como permanecen todas las madres en las células de sus hijos y que nos atan misteriosamente de generación en generación.

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