No soy de los que les guste aceptar trayectos obligados como le sucede a la mayoría de las personas. También es verdad que todos somos pasajeros forzosos en esta “maravillosa” singladura de la vida.
Confieso cierta nostalgia en este mes que me niego a maldecir. Ella, antes de partir forzada, me enseñó a respetar muchas cosas y no voy a traicionar ni a su memoria ni a lo aprendido.
Volver a sentir la Navidad sin su cobijo, sin la liturgia de sus enseñanzas y por este despeñado camino, donde sólo puedes volver sobre tus pasos desde la memoria y nada más.
Con todo, mi corazón es optimista y confío en las semillas que hacen brotar los días con caricias luminosas que me adentran en la Fe sin pretenderlo, con naturalidad.
Me gusta compartir momentos, dar escape a los profundos sentimientos, aprender y enseñar a los que necesiten ayuda. No se acepta lo ininteligible ya que no se comprende.
Se abren y cierran puertas ante un firmamento cambiante, donde las estrellas aguardan nuestros sueños. Hoy quiero afirmar que también las tormentas, las nieblas y el desvanecimiento deben ser vividos con ¡ESPERANZA!
Impresionante y lleno de sensibilidad. Magnífico, cargado de sensaciones y de experiencias verbalizadas. Una delicia vía relato cuyo fondo conmueve con el giro de nostalgia a ilusión que de él hace un viaje maravilloso hacia el amor en el camino de la vida.
cuanta sensibilidad y corazon transmites en tus palabras. Nuestra sociedad esta sedienta de personas como tu. Gracias Fernando !!
Muy bonito, creo que el hecho de desear aceptar con naturalidad las perdidas y los reveses de la vida nos hace mejores, no anclarnos en el pasado mirando con resignación aquello que se nos arrebato; es un testimonio de madurez y de compromiso con los que ahora nos necesitan. Vivir el momento presente empapados de esperanza y proyectados al futuro, es la mejor actitud para enfrentarnos a nuestra existencia.
Un saludo y gracias por tú testimonio